Querida Trini:
Aunque
a lo largo del día hablemos por teléfono, quiero dejar constancia
escrita de mi opinión sobre el espectáculo recital que nos ofreciste
ayer. Del texto ya habíamos hablado, pero no está de más, una vez oído,
confirmar que cumple a la perfección la función de arropar los versos de
la santa y que es acertada la evolución desde el inicial planteamiento
de escena costumbrista con divertidas alusiones personales hasta el tono
más elevado del final, cuando la Santa se desnuda espiritualmente. Y
ahora toca hablar de la intérprete. Quien tuvo retuvo, valdría decir. O
también, que pena que aquella actriz universitaria haya tardado tanto en
regresar a al escenario. El teatro se lo ha perdido, aunque la paleta y
los pinceles la hayan ganado para la causa del arte. Empezaste pisando
las tablas con pies de plomo, dosificando las palabras como si temieras
que se desbocaran, temiendo, tal vez, que se apoderara de ti el pánico
escénico. Pero eso duró poco y tal vez el público no lo percibió, porque
enseguida tomaste la medida del escenario y empezaste a moverte por él
como pez en el agua. Las palabras fluían más veloces y tú te metías más y
más en la piel del personaje. Los dos últimas poesías, sublimes. Y, al
cabo de los años, otra vez los aplausos y quizás las ganas de repetir el
recital en ese o en otro escenario.
Gracias por el buen rato y besos
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