RECREANDO LA VIDA.
Está
amaneciendo. Con los codos apoyados en el alféizar de la ventana, observo cómo
las sombras de la noche, dibujadas por las luces anaranjadas de las farolas del
barrio, van dejando paso a un cielo azul celeste. Recuerdo una frase de
la escritora Ana María Matute que decía que, si no existiera la fantasía, habría
que inventarla. La niña que fui aleja su mirada hasta las montañitas, e imagina
ver, como en las películas del Oeste Americano, una hilera de indios montados
en sus caballos, recortada por el sol saliente detrás de los alcores, atentos a
cómo se desarrolla en el valle la vida de los habitantes de piel blanca.
Pero
desciendo a la realidad actual, abril del año 2020, que es muy distinta.
Estamos viviendo en el mundo, una situación extraordinaria por su malignidad.
Una pandemia: el corona virus. Pienso que la Naturaleza se ha enfadado con
nosotros, por lo mal que la tratamos con tantas porquerías como vertemos a los
ríos, a los mares, al aire, consecuencia del consumismo sin límites en el que
vivimos, donde lo importante para ser feliz es consumir, consumir y consumir,
y, que después, la Naturaleza se encargue de ir destruyendo todo lo nocivo. Esta
ha decidido quejarse. Pero lo que la naturaleza no puede distinguir es que
parte del planeta vierte basuras que le incomodan, que le hieren, que le
destruyen, y cuales otras no tienen ningunas bazofias que tirar, porque no
forman parte de esas naciones privilegiadas que han llegado a la era del
consumismo. Los que viven en el tercer mundo, los pobres, que poseen pocos
resortes para combatir la pandemia que estamos sufriendo.
En
momentos difíciles de la vida, es cuando sale a relucir el sentido de la
fraternidad entre los seres de la tierra y se está viendo como este sentimiento
triunfa sobre egoísmos. También hacemos un recuento de nuestras vidas y nos
refugiamos en tiempos gratos, felices.
Hoy
es veinte abril de 2020.Estamos en el centro de la pandemia, que se contará en
los anales de la historia. Estoy haciendo una revisión de mi vida. Pensando en
personas que han sido importantes para mí. Siento, vivo, recreo la vida en
presente. En el presente de hace muchos años:
Esta
mañana he ido a Torreblanca. En este barrio vive Mari Carmen, la chica que
trabaja en mi casa. Como no soy miedosa, más me preocupa lo que puedan pensar
mis cursis primas si me vieran en semejante barrio, que el sentimiento de
inseguri-dad de andar por sus calles.
El
otro día, cuando le dije a Mari Carmen: ¡Pollo, nada más sabes cocinar pollo!,
me contestó: Aquí se comen todos los días dos platos y yo cocino pollo todos
los días, pero no sabe usted el único plato que come la gente de mi barrio. Mis
ojos se posaron en sus ojos sinceros y doloridos por la vida que le está
tocando vivir. No hizo falta nada más. A través de la mirada mi alma pidió
disculpas.
Cuando
vengo a este arrabal, tengo que pensar bien qué ropa me pongo y qué traigo en
el bolso. El no ser miedosa no quita que no sea prudente. Cuando vuelvo a casa
me siento cansada, pero feliz. Me gusta estar entre esta gente pobre. Aprendo
de la vida y me siento querida de tú a tú por ellos, por su sinceridad. La
mayoría de las viviendas están limpísimas y agradables. La mesa de camilla
acoge a la familia alrededor, y, yo, me siento en ella como una más, mientras
le explico a la vendedora técnicas de venta. Lo que me molesta son las calles
sucias hasta la saciedad y sin asfaltar ¡Ay los poderes públicos!
Un
día, caminando por las calles de Torreblanca, casi me tropiezo con una mujer
que salía de su casa con dos niños pequeños llorándole detrás y otro agarrado a
sus faldas. Con rabia endemoniada tiró a la calle el agua del cubo de la
fregona, gritando ¡Que ganas tengo de ser vieja para no tener que aguantaros!
¡Dios!, ser vieja, pensé. Querer ser vieja…que harta tiene que estar esta mujer
de niños y de la vida que vive para querer ser vieja.
Mari
Carmen no tiene más de veinte años. No medirá más de ciento cincuenta y cinco
centímetros. Es más bien fea. Tiene la piel basta, con granos en la cara, nariz
prominente, dientes demasiado grandes, ojos oscuros que, cuando te miran,
atrapan la atención y te hacen olvidar que tienen cuerpo físico. Es una persona
que se convierte en mirada.
Es
inquieta e inteligente. Cuando llega a mi casa a las nueve de la mañana, ha
recogido el periódico al que estoy abonada, del quiosco de la esquina. Se
sienta, sin tan siquiera decir buenos días, y se pone a leer los titulares de
las noticias más relevantes. A veces me enfado, porque, enfrascada en la
lectura, no se entera de las instrucciones que le doy, antes de irme a
trabajar. Un día le dije que las apuntara ya que, como estaba ensimismada
leyendo el diario, no se enteraba de lo que le hablaba. Levantó sus ojos de la
lectura, dejó caer sus manos en el regazo y, casi con tono de súplica, me
contestó: no se escribir. Me dejó sorprendida. Entonces, busqué una libreta que
tenía a medio usar desde niña, en el cajón de útiles para escribir. Le llamaban
de “rayas”. Entre renglón y renglón tenían dos líneas paralelas con un espacio
de altura de unos cuatro milímetros. Se la enseñé y le dije que, cada día, le
marcaría unas palabras para que las copiara entre las líneas paralelas. Que no
debían salirse de entre ellas, para que las letras estuvieran proporcionadas,
todas del mismo tamaño e ir desarrollando una ortografía armoniosa.
Un
día le dije que tenía que irme a vivir a otra ciudad. Nos despedimos y no me
quedé ni con su dirección, ni con su teléfono, ni tan siquiera con sus
apellidos.
Desde
que me fui de la ciudad que me vio nacer, mi vida se convirtió en un cerco de
agua en la prenda de la persona amada.
Cinco de abril…Llueve. No calma mi
perturbación interior la dulce melodía de las gotas rebotando en los tejados o
resbalando por las hojas verdes-blancas de la hiedra de la valla, hasta
descansar en el mullido césped. Encuentro un poco de serenidad escribiendo, con
tal velocidad, que me duelen los dedos. Ese día, cuando llegó la tarde, la
lluvia dejó paso a la niebla que
cubría gran parte de la ciudad, sobre todo en el barrio, por estar junto al
río. Salí a dar un paseo. No se veía más allá de cinco metros. Mis ojos se
esforzaban en ver entre la niebla y, cuanto más profundizaban, más se sentían
inmersos en el blanco gris. Sólo las luces de las calles y las de las ventanas
de las casas del Pº del Val, eran capaces de romper su envoltura. Estaba
totalmente transportada a mi niñez y el mundo real que me envolvía, era el
mundo fantástico de ella, creado en una tierra caliente y soleada, donde la
nieve y la niebla eran vividas sólo a través de los cuentos.
Consciente
de que me encontraba demasiado sola, haciendo de la necesidad virtud busqué
contactos por medio de las madres de los niños de la guardería de mi hijo, y me
reuní con personas que paliaban mis inquietudes como persona.
La
Tertulia del Café, que así denominados al grupo, se reunía un sábado cada dos
semanas. Hablábamos, de arte, literatura, asuntos sociales, etc. Un día nos
contó Montse la Leyenda de la Mariposa que decía:” cuando quieras desear
felicidad y convertir tus deseos en realidad, susurra a una mariposa tu
petición y entrégale su libertad, agradecida, con tu deseo volará y la alegría
y el amor te llegarán. Las mariposas, que no pueden emitir ningún sonido, son
los únicos seres vivos de la tierra que se comunican directamente con Dios. Si
tienes un deseo, díselo a la mariposa y dale la libertad, en agradecimiento ella
se elevará para llevar tu petición al cielo y este te será concedido... El
símbolo de la mariposa es amor, libertad de pensamiento y deseos que vuelan
para convertirse en realidad”. A todos nos gustó mucho la leyenda y, después,
al despedirnos, compartí con Montse el deseo
latente, no olvidado, de volver a ver a mi asistenta Mari Carmen, pero no tenía
medios para buscarla. Perduraba
su recuerdo en mi corazón, como el de una bella catedral gótica. Aunque su
rostro estuviera sembrado de arrugas y sus ojos mantuvieran aquella tristeza
transparente.
En
otra reunión Luis, un físico-químico-matemático, que trabajaba en el
departamento de investigación de una multinacional, inteligente, agudo y
orgulloso, que se expresaba mejor que un catedrático en literatura, nos
explicaba que había llegado a la conclusión que, cuando nos muramos, el alma
continuará girando alrededor del planeta. Que seguiríamos viéndonos en el
espacio, dando vueltas y más vueltas en círculos concéntricos alrededor de la tierra,
en esas vueltas, nos veríamos, pero que no podríamos hablar ni comunicarnos de
alguna forma. Sentí mucha angustia al oír esa aseveración, aunque fuera una
hipótesis. No poder intercambiar saludos con los conocidos, acariciar la cabeza
de un niño pequeño removiéndole el pelo, dar un beso a una persona querida…Me
imaginé figuras planas metidas en el carrete de una película y no se quien,
girándolas. No sé por qué, mi subconsciente relacionó esta glosa con la leyenda
de la mariposa. Y, recordé una vez más a Mari Carmen. Estaba trabada en mis
pensamientos
Cuando
Luis terminó de contar su relato, aunque me produjo gran desasosiego, pensé y
pienso que, aunque fuera dando vueltas a la tierra, en el espacio, a mí
me gustaría cuando muera y, si mi asistenta M.º Carmen ha muerto, o cuando
suceda, aún sin poder hablar, ni darnos un abrazo, volver a verla y sentirla
como la rápida brisa que corre en una soleada tarde de primavera.
20-abril-2020.
ESCRITO POR.TRINIDAD ROMERO.
REGISTRADO
EN SAFE CREATIVE. CODIGO 2004273791304
Dando vueltas y vueltas en un sueño encontré otra mariposa, ésta con un recuerdo de parte de tu Mari Carmen, que también piensa en ti de vez en cuando. A aquella libretita tuya le siguieron otras, en plan autodidacta, fijándose, y ahora puede escribir;no mucho, pero si comprender lo que escribe y verter el sentimiento con el que lo hace. Y la mariposa me susurró -así es como ellas nos hablan entrechocando sus antenas- una sola frase de ella: "Te recuerdo y nos encontraremos". Y entonces me desperte y descubrí esta entrada en tu blog. Abrazos. Ángel.
ResponderEliminarBuen día. He visto hoy su comentario. Conozco a varios "Angel". Por favor, dime quien eres.
ResponderEliminarPor favor ¿Me puedes decir que "ANGEL" eres? Necesito saberlo.Gracias.
ResponderEliminarMuy imaginativa tu historia Trini. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio. ¿Ves?.Esto silo domino...pero poco.Buen finde de s.
EliminarUn cariñoso abrazo