AQUELARRE
DESPUÉS DE LEER A PÍO BAROJA
El canto del gallo disperso a las
brujas
reunidas bajo la luna, en un claro
del bosque
de la umbría pirenaica.
El Macho Cabrío había danzado y
copulado
con las desdentadas sorguiñas*,
que corrían febriles a la espelunca.
Tambores y flautas dejaron de sonar.
Descreídas y exclaustrados,
renegados y posesas, cesaron
en su retoce.
La mandrágora y el estramonio cedían
en sus efluvios embriagadores.
Doncellas y caballeros cubrieron
su desnudez, avergonzados,
como Adan y Eva tras la expulsion
del paraiso.
La orgía se apagaba ante la llegada
de la luz.
El mundo de sombras era vencido
por los germinales rayos del Sol.
Las tinieblas se agazapaban
en la apariencia del vivir
cotidiano.
Atras quedaron las lupercales.
Al cabo de nueve meses
nacio el bebe de Rose Mary.