EL REINO DE BUTÁN.
Terminadas las elecciones de la Comunidad de Madrid, he reflexionado sobre ellas. He votado, porque es mi obligación como ciudadana, pero he de confesar que hace muchos años no creo en la política. Ni en cómo se acomoda el término DEMOCRACIA a los intereses de los partidos actuales, que no tiene nada que ver con el concepto que se tenía de DEMOCRACIA cuando llegó a este país en 1978. Los partidos se preocupan en hacer política a favor de su partido, sin preocuparles el bienestar de la nación. He conocido diferentes gobiernos y también he viajado por el mundo. Lo que me sorprende es ver que, un partido de índole y con base comunista, haya llegado al poder, cuando el régimen comunista fracasó en la URSS, después de 70 años y no sacar a ese gran país de la pobreza.
Yo comprendo que, quien no es revolucionario a los 20 años, es que está muerto. Pero me pregunto. ¿Es que muchísimos jóvenes tienen tan poca imaginación que se tienen que apoyar en un sistema político que fracasó?
El otro día, de madrugada, estuve viendo un reportaje sobre el país de BUTAN. Me encantaba ver la cara de felicidad de su gente que reflejaba mejor su situación de vida que el mejor discurso político. Indudablemente un gobierno debe procurar el bienestar de su pueblo, pero, ¿está la felicidad de un pueblo basada sólo en que los ciudadanos tengan una lavadora mejor que la cuñada, el hijo un jersey mejor que el del niño de la vecina, un móvil mejor que el portero? La felicidad no está del todo basada en tener una vida más cómoda, asentada sólo en el poder adquisitivo.
REMITO A LOS JÓVENES, A LOS MAYORES Y A LOS POLÍTICOS QUE SE FIJEN EN QUE EL PAÍS DE BUTÁN, SEGÚN LAS ENCUESTAS, ES EL MÁS FELIZ DEL MUNDO.
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