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jueves, 3 de noviembre de 2016

CONVERSACIONES DE LA ALONDRA CON EL ESPÍRITU DE DIOS.


 

 


Asociación de Escritores . C/ LEGANITOS, 10, 8 de noviembre de 2016.7,30 tarde, Madrid.

 

                    PRESENTACION DEL LIBRO

 
“CONVERSACIONES DE LA ALONDRA CON EL ESPIRITU DE DIOS".
                                         DE CARMEN SILVA.
 
Estoy rebosante de felicidad, porque me lo dedica y, además, voy a hacer la presentación del mismo. Espero que, con vuestra presencia, sea aún mas grande  mi alegría.
 
También, el Presidente de la Asociación de Escritores y Artistas de España, Don Juan Van-Halen, hará la presentación del libro HOY NO ES AYER, de la misma autora.
 
Y me he permitido notificar mi presentación antes de la del ilustrísimo Sr. Don Juan Van-Halen, para que mis seguidores compartan antes que nada mi gozo.
 
Por motivos de espacio, sólo pongo el principio de mi presentación. El resto, lógicamente, lo expondré en el acto. Gracias a todos por visitar mi blog. Y como siempre, espero comentarios que puedan mejorarlo.
 

«Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo, dice el ECLESIASTES en su capítulo 3, versículo 1.

 

 Carmen Silva me envió el borrador de “Conversaciones de la alondra con el espíritu de Dios” hace meses, pero no fue hasta el verano pasado cuando pude leerlo detenidamente. Fue el tiempo en el que necesitaba leer temas espirituales, lo mismo que en otros momentos leía, por ejemplo, novelas del género policíaco.

 Me fui impregnando del poemario como si recibiera el bautismo en aguas del Jordán de Juan el Bautista y cada vez me iba sintiendo más humana. Muy humana. Probablemente, como decía antes, porque era el tiempo adecuado para leerlo. Ya me sentí emocionada con la lectura del siguiente poema, “De cómo el alma de la autora se convierte en alondra y rastrea los prados para ocultar su timidez”:

               “Mi alma es una alondra

con alas recortadas,

que se posa en el cieno

y remonta los vuelos

con las plumas pegadas por el barro.

 La alondra canta mucho

pero con voz presta,

le suplica al Señor

que la guíe en el cielo.

 El Altísimo mira,

lo veo, lo adivino.

Esa es la señal para seguir su ruta.
 

 Se dice que una imagen vale más que mil palabras. Pero también es verdad que hay frases o sentencias que se quedan grabadas en la mente para toda la vida.

 Muchos de Vds. recordarán la enciclopedia Álvarez con la que aprendíamos en el colegio. En el apartado de religión venía una frase que decía que, todos los hombres, aunque tuvieran diferentes religiones creían en un ser superior. Incluso los ateos. No obstante, en letra pequeñita aclaraba que, aunque no tuvieran  religión alguna, la inmensa mayoría de ateos pensaban que había un ser superior al hombre.

 ¿Y quiénes eran los ateos?, pensé con mis pocos años. Lo busqué en el diccionario y archivé su definición en mi mente: “Los que no creen en Dios”.

 Así de rotunda. Una sentencia absoluta pensada y declarada por el ser humano, tan enormemente limitado, que, aún en el  siglo XXI no consigue vivir más de cien años.

 Miro al cielo. Tan misterioso, tan bello, tan insondable. Cuanto más miro, más va profundizando mi mirada sin llegar a un final.

¡Qué limitados somos! Sinceramente pienso que, alguien con miles de años más que yo y con miles de años de sabiduría, ha podido forjarme con la facilidad con que yo puedo realizar un boceto de pintura.

 De pequeña me gustaba observar las hileras de hormigas camino del hormiguero, el trajín que se traían, haciendo filas unas en un sentido y otras en otro, algunas llevando un trozo de comida tres veces mayor que su tamaño, y me admiraba su esfuerzo y disciplina. Me pregunto ¿Puede una hormiga, un ser vivo tan disciplinado, con una organización social tan perfecta, imaginarme, ver cómo soy físicamente; comprenderme, envolverme, amarme, rechazarme?... Entonces… ¿Cómo voy yo a entender, comprender, abarcar la imagen de Dios y su omnipotencia,  para llegar a Él?

 LA DUDA, es constante y está presente en el poemario de Carmen
 
En el borrador, pues el libro publicado lo estoy viendo por primera vez en estos momentos, escribe la autora el poema Quinta esentia, del cual leo la siguiente estrofa, dirigiéndose al Creador:

 
“He venido a mancillar el alma con la duda,
pero esta no se atreve a brotar de los labios,
por temor a ofenderte”.

 
Y te pregunto, Carmen:

 
¿Cómo vamos  a ofender a Dios con la duda?...

Si quiere tener completa la presentación, por favor, me la pide al correo tromeroblanco@gmail.com.